Los alumnos de 1ºESO han estado trabajando sobre el tópico literario del locus amoenus, es decir, han descrito lugares maravillosos e ideales. ¿Y qué mejor paisaje que el vemos desde nuestra ventana favorita? Estos son varios de los trabajos, espero que se vayan animando a enviar más, porque estaban francamente bien.
DESDE MI VENTANA. MªBEATRIZ GARCÍA ANDRADES
Cerca de mi cuarto hay una ventana por donde entra un sol radiante. La paz abunda gracias a ese rincón de calor. Algunas veces puedo observar a las personas cuando pasan a sus casas, algunas visitando a sus familiares, otras emprendiendo un largo camino para ir a trabajar.
En un prado verde con gran vegetación suelo mirar durante horas a un encantador gato negro que disfruta de la comodidad del césped.
Cuando llueve soy afortunada por poder ver los charcos donde se bañan los pájaros haciendo agradables sonidos. Las gotas caen, el sol vuelve y seca todo al día siguiente.
El sol en las montañas brilla. Unas flores crecen en el musgo y la luz del invierno reluce.
DESDE MI VENTANA. Silvia Palacios García
Asomarse a mi ventana solo puede compararse a contemplar un adelanto al paraíso.
Puedes observar, nada más mirando al frente, una casa color blanco puro con tejado de color rojo, que les sirve a los gorriones como refugio durante las largas y frías noches de invierno, los abrasantes días de verano y las tempestades de primavera.
Puedes ver las hojas de otoño repartidas por el suelo… marrón, amarillo, rojo y una pizca de verde, verde que hay bajo el manto del otoño, que solo despertará en primavera con su máximo esplendor.
Puedes mirar hacia la izquierda y contemplar un vecindario pintoresco tras las ramas desnudas de la higuera.
Algo más atrás, a ambos lados de mi ventana, se pueden vislumbrar las montañas que me recuerdan que vivo en el Valle de Cayón.
Si nos acercamos un poco más, a la derecha e izquierda de la ya mencionada casa, podemos observar dos jardines de hierba bien recortada.
Por el lado izquierdo suelen corretear dos infantes de mejillas sonrojadas.
En el jardín de la derecha suelen pasearse cuatro gráciles y majestuosas ocas. Dos perros, uno grande y otro más pequeño vigilan a las ocas en caso de no tener a los dos niños para jugar.
Desde mi ventana. Raúl González González
Veo mi jardín con la barbacoa, un abeto y una preciosa caseta de madera con tejas rojas al fondo. Al otro lado del jardín hay un seto con un acebo, un avellano y tres ciruelos.
A pocos metros de mi jardín, al otro lado del seto, pasa un bello río de montaña, que ahora, cuando abro la ventana, oigo rugir debido a las intensas lluvias. Es un sonido que me relaja muchísimo.
En la otra orilla del río hay un hermoso parque público con tres barbacoas, cuatro mesas de madera y una fuente de piedra. Está rodeado de nogales y robles americanos. El parque se llena de gente los fines de semana y los días que hace buen tiempo.
A cincuenta metros del parque hay una montaña con un precioso bosque de robles y castaños, cuyas hojas aparecen coloreadas de todas las tonalidades de marrón posibles. Y en lo más alto del monte hay un grupo de pinos que parece que están tocando el cielo. A los pies de la montaña pasa un largo camino que lleva desde un lado del bosque al otro. Mientras paseas por él te encuentras con varias cabañas de piedra con el tejado de tejas rojas y con unas pequeñas ventanas en las paredes.
Desde mi ventana. Leyre Gómez-Hoyal Sánchez